Doctor Cariño:
Mire. Le cuento, hace unos meses conocí a una niña. Lo pasamos bacán, pero de la noche a la mañana me dejó de hablar. Ya, me dio lata, pero finalmente asumí de que tenía cero onda con mi persona. Sin embargo, la semana pasada ella misma me llamó. Nos juntamos fuimos a un motel que ella pagó, porque yo andaba pato. Lo pasamos terriblemente bien. Toda la noche hasta morir. Al día siguiente nunca más me pescó en la vida. Y ahora me dejó enamorado, enganchado. He ido a su casa, se niega y su mamá me dice que por favor no vaya más a buscarla, porque está mal de la cabeza. Con todo esto no sé qué puedo hacer.
Confuso
Mi amiguito:
La historia tiene una respuesta muy lógica. Está claro que al principio lo pescó la hembra, lo enamoró, se lo llevó a una torre y de ahí lo soltó para que usted cayera de cabeza y se reventara el zapallo de amor. Claro, porque después no lo pescó más hasta que un día le dio la tincada, usted corrió como un perro, le pagaron el motel, le soltaron el mono, y después volvió a lo mismo: No lo agarró nunca más ni en bajada.
Ha sufrido, ha ido a su casa y nada. Pero si su mamita le recomienda que no busque más a la fémina porque está mal de la cabeza, está más que claro que mejor se eche el pollo. No saca nada con andar sufriendo por la vida esperando que mi tía despierte con la pata derecha para que lo quiera o regalonee un poco. Busque nuevos horizontes y recuerde a la mujer como una linda anécdota. Ah, y hágase un nudo en el quetejedi por mientras.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com