Doctor:
Por favor, écheme una manito, ya que ando muy complicado y hasta ahora no veo ninguna salida posible a este manso problema.
Resulta que hace tres años que pololeo con una cabra muy tranquila, piola y decente. Su nombre es Panchi. Por supuesto que además de los besitos y arrumacos típicos nos hemos pegado también sus buenos cacheteos, pero ha sido en contadas ocasiones y siempre muy correctos. Tenemos pensado pisar el palito y por ahí hemos ahorrado plata para ir de a poco adquiriendo nuestras cosas, como electrodomésticos, platos y vajilla… hasta que apareció “ella”, la chacala, la vampiresa.
Es una prima de mi polola, físicamente muy superior, usted me entiende, y terrible de lanzada, una cabra que va a todas. Incluso creo que se vino a Santiago sólo para reírse en la fila sin que sus padres la llamen al orden, ya que una tendalada igual dejó en su ciudad, en el sur.
La verdad, maestro, es que me encandilé con esta morenaza y ahora nos aporreamos sin cesar. Ella no me quiere soltar, la muy golosa, y dice que es tiempo de que haga un enroque, porque sería mejor esposa que su prima en todo sentido, y que en vez de preocuparnos del menaje, compremos sábanas y una cama lo más grande posible.
No le voy a mentir: estoy tentado de hacerle caso, pero creo que hacerle una cochinada así a la Panchi no tiene perdón de Dios. ¿Termino con esta caníbal que se vino del sur o me dejo arrastrar a su olla?
Tato
Vivaracho:
Si lo que busca es cacheteo party y nada más, como para poner los ojales blancos tupido y parejo, la elección no es difícil: la sureña. Esta damita está convencida de que las parejas tienen que ser de detectives, es decir, hacerse tira. En cambio, si mantiene sus propósitos de casarse y formar un hogar, no hay duda de que la Panchi es la indicada. Ella no tiene el brillo ni las ganas de la prima, pero es otra cosa: es decentita. El problema más serio que enfrenta, es que la Panchi se entere de las andanzas en que su futuro marido anda y puede arder Troya.
Lo más probable es que quede tan herida que decida terminar con el romance y, en ese caso, como usted anda tan cálido por las gracias de la negra, se quede con ella y hasta pueda matrimoniarse. Ahí las pagará todas, ya que las mujeres tentadas de la risa por lo general no se conforman con un solo hombre. Usted dirá...