La ventanita sentimental

Doctor Cariño:

Soy un joven de 26 años, que no se parece a Mel Gibson, pero igual nada de feo; y de esos 26 hace uno que ando con una lola que me tiene pa' la patá y el combo. Al principio, todo bien, que cariñito y que cosquillitas, pero desde hace algún tiempo las cosas cambiaron. Me trata mal, me agarra pa' la chuleta a cada rato, tanto que ya no me atrevo a abrir la boca.

Yo me porto bien, para más remate. Le cocino rico para el almuerzo y la cena, y como si fuera poco, le doy su bajativo para que no tenga mal dormir.

Lo he intentado por todas las buenas maneras: Hablando, explicándole, tratando de hacerla entrar en razón pero nada funciona.

Lo peor es que no me faltan las ofertas y cuando a uno le menean el coche se despierta la guagua y no vaya a ser cosa que me termine acriminando.

Esperando su asistencia.

Confundido.

Mijo:

Así como es evidente que la lola que se consiguió vaya uno a saber dónde es una Crisanta innata, usted es Macabeo total. Dice que anda con ella, pero después confiesa que hace el almuerzo, la cena y hasta le prepara el bajativo. Estamos hablando de trago, supongo. Cuénteme, ya que estamos en confianza... ¿también le lava los calzones y le plancha la ropa?

Si la historia es tal como me la cuenta, creo que ha llegado el momento de pararle el carro a esa avispada flojonaza. En los tiempos modernos, es natural que el hombre coopere con su mujercita y, por ejemplo, prepare las ensaladas y después lave la loza. Eso de que sea usted quien cocine todos los días demuestra que la perica le ha visto las presas íntimas y, a lo mejor por eso, no le tiene ningún respeto.

Esta misma noche, cuando llegue al nido, golpee la mesa y con voz ronca le dice "mira, negrita se supone que soy tu pareja, no tu esclavo. Mañana mismo empieza a cocinar y espero que lo hagas bien. Si no quieres, puedes echarte el pollo".

Si no acepta y se va, dése con una piedra en el pecho, porque se ha librado de una esclavitud eterna. Lo que ella le daba, puede dárselo cualquiera otra mujer.