Esta es la cuestión: tengo 27 años, soy nueva en la pega, tengo mis cosas y cosotas, y desde que llegué que el “boss” me invita a tomar cafecito después del trabajo. Y en una de esas, me la lanzó, se me tiró al dulce y me invitó a un lugar con jacuzzi. Fue delicado, dentro de lo posible, ya que me dio plazo para aquello. Estoy que le digo que sí, total es viejito, no es malo de físico y me huele a que es como Grey. Pero es casado y una vez llegó a la oficina su mujer y es una reina, en serio. Pero llevo harto tiempo sin que me hagan cariño y quiero ver acción y él me dijo que de joven fue esgrimista y yo estoy loca con los sables, ya que hago cosplay de la Guerra de las Galaxias. Deme su sabiduría.
LEIA
Mi princesa:
Yo no soy fan de la saga de George Lucas, porque me parecen leseras y en el fondo son puro darse sablazos con tubos fluorescentes. Prefieron las películas de capa y espada, y soy seco para Star Trek. Pero bueno, el tema no es la edad del espachín, menos el tamaño del sable porque parece que está dentro de sus placeres culpables, menos que se trate de uso de la influencias del jefe sobre usted. Lo suyo es con la pobre víctima del nucazo: la señora oficial del Obiwán de cuchufleta. Le aconsejo, sin ser puritano y menos cartucho, que se corra ante el ofrecimiento, en serio. Una cosa es darse el gusto y quebrar las normas de convivencia laboral, y otra es ser la patas negras. Porque si pillan al vejete, este para reconciliarse la va a echar de una y se quedará sin sable y sin pega.