Nunca había estado tan feliz porque me dolió una muela. Me la sufrí entera y partí de urgencia al dentista. Con todo el terror que significa el olor a anestesia, sumado al escuchar a los cabros chicos llorando como barracos, aguanté hasta que la secretaria gritó mi nombre. Entré al box y caché a un guatón de dos metros que me esperaba para masacrarme. Y ahí estaba yo, todo hecho pipí con un poquito de popó. Pero el hombre sólo me puso gasa en la boca y se fue. Cerré los ojos un minuto mientras llegaba la doctora. Al abrirlos me encontré con una dentista rubia de pelo liso y un par de pechugas que se las encargo. Dos globos XL. Más encima estaba con el delantal escotado. Imagínese que cuando se me acercaba me rozaba con todo. Andaba con buzo y no aguanté. Se me levantó el calzoncillo y pantalón. Me dio una vergüenza terrible. Creo que ella me cachó, porque me echó una mirada cortita hacia abajo y se puso a reír. Me toca la segunda sesión y me da vergüenza, pero tengo la embarrá en los dientes. ¿Voy igual?
ÍTALO
Amigo Ítalo:
La salud dental es fundamental en una persona. Primero, porque es re’ penca encontrase con un compadrito que se gasta un guarén en la trompa y que dentro de un taxi el chofer sale arrancando. No puede andar matando a gente con su buqué. Y segundo, porque si se le caen las muelas no podrá comer asaditos ni choclos para este “18’’. Así que da lo mismo lo que le pase con la dentista escotada. ¿Cómo sabe si le sale un premio al cuete en la próxima atención?. Es posible que la dentista se ría en la fila y le salta flor de cana al aire con esa pechochura. Sería Pelé. Lo que sí, esta vez vaya con jeans, porque la carpa ya se le levantó en la primera visita y hará el ridículo con una segunda erección. Por último, averigüe si la mujer arregla-colmillos está comprometida. Capaz que la pueda invitar a salir después de que lo dejé turnio con la maquinita que hace pebre las encías. Quedaría peinadito para atrás y con los morlacos impecables.