Doctor Cariño:
Mi problema no tiene solución, a menos de que salga a la calle con un saco puesto desde la cabeza a los pies. En serio. ¿Sabe por qué? Porque soy muy bonita.
No es que lo diga yo solamente, lo dicen casi todos. Mis amigos y mis amigas lo cuentan en redes sociales y tengo muchos admiradores, se me tiran al dulce y ya soy casi profesional en sacármelos de encima.
Pero tengo un dolor en el corazón, porque en el fondo estoy sola, sola, y me siento enamorada de un chico bien simpático, inteligente, que no se da cuenta de que yo existo.
Me paro frente a él, luzco con las mejores prendas y casi sin prendas… ¡y nada!
¿Es marciano, zombi, tonto? ¡Ayúdeme!
Marcita
Mi perrita:
Tiene que ser muy guapa y debe gastarse así el manso ego, mijita, porque reconocer de una que es inmensamente bella, bella, bella, como dice esa vieja canción de Arnaldo no es cosa poca.
Dicho esto, le dejo caer el consejo al callo. El cabro no es marciano, ni zombi, ni anda volao y menos es tonto.
En realidad la tiene calzada hace ratito y cachó que si ignora su mansa belleza, esa que encandila como el sol, usted entrará a urgirse y caerá rendida a sus pies.
Es la vieja táctica de la estatua, pero por dentro debe andar para freír papas. Por más que le diga esto, usted ya está lista pa' la foto, el cabro la tiene de ahí. Son tal para cual.
Ríndase a sus gambas y sea feliz. Perdió, ¿o ganó?
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com