Caballero del corazón:
Tengo un terror que se apoderó de pies a cabeza. Mi hijo de 17 tendrá su gira de estudios en diciembre y el otro día lo oí hablando encerrado en su pieza con un amigo, al que le decía que cuando fueran a la playa se iba a sacar el empacho al parecer con la compañera que ha estado enamorado toda la enseñanza media.
Le cuento que soy una mamá que crió a su niño sola, porque lamentablemente el pastel que me tocó por marido salió con la chiva de ir a comprar cigarros y nunca volvió, al igual como el canalla del "Kike Morandé".
De sexo con mi cabro jamás hemos hablado, pero imagino que a estas alturas ya sabe lo que es sacarle punta al lápiz. Pero me da pavor decirle que se cuide, que la cuestión es rica, pero siempre hay que plastificárselo y que no es que no quiera ser abuela, pero todo a su tiempo.
Ana
Mi acorralada:
Me extraña araña, mi dama, que en estos tiempos aún la gente le tenga miedo a decir las cosas por su nombre.
Pero bueno, si Pinilla tampoco tuvo los pantalones para contar qué lo hizo arrancar como "Ratatouille" de la "U", tampoco le voy a tirar la primera piedra a usted, que pese a lo gallina me parece un señora de bien.
Por eso lo mejor es que trate de conversar otra vez con su hijo, que a todo esto ya está harto peludito y con los 17 años que tiene en el carné ya se las debe saber por libro.
Es más, debería darse con una piedra en los dientes que aún no la haya convertido en abuela, porque los cabros de hoy se dan harto más que consejos cuando entran en confianza.
Pero nunca es tarde para tener una conversación a calzón quitado y dígale que si va a ir a la guerra siempre lo haga con globito. Así de corta.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com