Tenemos un matrimonio consolidado, como le dicen ahora, donde nunca hemos mirado para el lado o, al menos, de mi parte jamás se me han ido los ojos hacia otro agujero negro.
Doctor Cariño:
Tenemos un matrimonio consolidado, como le dicen ahora, donde nunca hemos mirado para el lado o, al menos, de mi parte jamás se me han ido los ojos hacia otro agujero negro.
La vida nos premió, además, con dos hijos maravillosos. La mayor entró a estudiar Medicina y el otro va como avión en la media y quiere ser arquitecto. Todo es perfecto, salvo porque hace poco mi mujer, mi compañera, mi amiga y mi amante, se metió a un taller de esta cosa del Cosplay.
Al principio yo creía que era divertido, aunque nunca me hizo gracia que se rodeara de muchos niños, que podrían ser sus hijos. Pero ahora el tema me hinchó los huevos, porque en la presentación que preparó para fin de mes saldrá casi en pelota disfrazada de una mona japonesa. Estoy que me separo.
Bernardo
Don Beño:
A ver, señor perfectirijillo. De partida, el matrimonio parecía de papel cuché, al parecer, sólo para usted, que por lo que leo aún vive en la época de las cavernas. Claro, todo es lindo, siempre que no le hinchen las esféricas, como dice que le pasa ahora que su mujer al fin quiso hacer algo que le gusta a ella sin ser un mueble decorativo como lo mira usted.
Si bien es cierto que con el Cosplay rayan las lolas, no he leído ninguna letra chica donde se diga que las maduronas tienen prohibido mostrar piel. Porque en el fondo, ¿eso es lo que le molesta, su pajarraco? Mire el calendario y vea que estamos en el siglo XXI, y su esposa ideal no le pertenece. Ella es libre de hacer lo que quiera y disfrazarse no es pecado.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com