Reconozco que he sido un tonto durante todo este tiempo. Es que tengo 35 años y llevaba 12 de pololeo. Pero me enteré el miércoles que ya no soy bienvenido en la casa de mi mujer.
¿Sabe por qué? Por el maldito mexicano de Luis Miguel. Cuando la conocí, la acompañé al cine a ver Ya nunca Más, la película del chupete de fierro con la Lucerito, me dejé melena para tomarme el pelo como él, me aprendí sus canciones y le regalé todos los cassettes de ese entonces.
Siguieron pasando los años y tuve que comprarle entradas para todos los conciertos del cuate retamboreado. Así y todo, tarde, mañana y nunca me daban la pasada. Ella sólo pensaba en Luis Miguel.
Hasta que hace tres semanas le dije “oye, estoy chato. Decide tú: Luis Miguel o yo’’. Pensé que con esa pachotada que le había tirado a mi amor, había quedado listo para reconquistarla, pero no. Me respondió: ...Luis Miguel.
Acá le puedo decir que estoy muerto Por Debajo de La Mesa, le doy Mi Palabra de Honor que me voy a lanzar a la noche para olvidarla y decirle el día del niño en la tarde, Decídete.
Emanuel
Mi amigui:
En esta época cercana al verano, Festival de Viña, Copihue de Oro, es cuando empieza a florecer una especie de pastel de temporada, como aquella amiga que prefiere comerse a un chupete de fierro que en su vida lo va a tocar, a cambio de un hombre enamorado que tiene siempre su micrófono disponible.
Lo de su niña pasa mucho en los club de fans de Justin Bieber o de Hanna Montanna, porque los seguidores son pergenios. Pero su ex polola ya está para echarle Tanax en la axila y ya lleva su docena de teñidas de pelo arriba y abajo. Viejita está.
Creo que una mujer que sigue a un artista al nivel de dejar al amor de su vida, tiene que verse con un médico o meter la cabeza al guáter tres veces y sacarla dos.
Ella está muy equivocada y a usted no le puedo recomendar que la reconquiste con otra cosa, porque en 12 años de pololeo lo más probable es que las ha hecho todas.
Váyase para la casita, espere tranquilo y no prenda la radio, porque si le sale Luis Miguel, le van a dar ganas de tirar la máquinita sonora por el balcón y se puede echar a un transeúnte pajarón. Ojalá su niña recapacite y corra a sus brazos, porque a los de Luis Miguel -a pesar de un milagro- puede ser recién para el 30 de febrero.