Doctor, urgente:
Dos mellizas me tienen atado de manos, pues de puro califa se me ocurrió agarrármelas en una semana. Me las di de bacán y anduve a dos bandas durante tres días. Ayer me agarraron entre ambas y me sacaron la cresta. Estoy todo moreteado, pero lo más lamentable, mi galeno, es que me enamoré perdidamente de una de ellas, la morena.
Le podría jurar de estómago que la mujer también me ama, pero no sé cómo hacerla para pedirle perdón y que me crean que lo que digo ahora es verdad. Sé que la embarré, pero no puedo perderla. Urgente invénteme alguna cosita, ya que usted tiene cuento para rato.
CRIS
Mire don Cris:
Primero vaya a lavarse el tarro con agua con Sapolio, porque yo no soy ningún inventor de cuentos ni mentiras para que usted se las tire a una mina. Si quiere un consejo espere un poquito, porque antes debo señalarle que estoy feliz de que le hayan sacado la contumelia. Yo lo agarraría a palos hasta quebrarme las manos de pura picada, pero la sacó barata.
¿Para qué se metió con las dos? Fue arriesgadísimo para usted y el niño. Pero ese es otro tema. Voy a ser puritano. Hable con la mamá de las cabras y juéguesela así. Pidiendo plantearle el tema a ella, le dará mucho más seriedad a usted, aunque es muy difícil que lo pesque.
Si no, espere a la hermana que ama y agárrela hasta que lo escuche. Lo que sí, entre mellizas existe un amor muy especial. Se protegen mucho y se respetan a morir. Por eso no denueste a la otra. Siempre hable bien de todo el mundo. Suerte, pero la carrera tiene miles de obstáculos.