Estimado Doc del corazón:
Lo he pasado como el ajo en mi vida.
Ya a mis cuarenta, he vivido maltratos, mala suerte en el amor y mil pésimas experiencias.
Cansada de esas pellejerías y siendo una buena mujer, tranquila, profesional, con un trabajo que me daba status social y no tan fea, es que decidí irme a un convento.
Dejé todo tirado y aquí estoy, rezo mañana y tarde, clases teológicas, todo muy lindo, una hermosa casa de tres pisos maravillosa, y no hago nada excepto rezar y estudiar.
Pero el encierro me tiene loca, tengo que pedir permiso para todo! Y ahí estoy que dejo los hábitos.
A estas alturas de mi vida ya perdí la esperanza de encontrar alguien bueno que sea mi compañero de vida.
¿Que hago, Doc? Antes cuando estaba en la vida mundana siempre leía su espacio y me reía mucho, pero ahora me tocó a mí escribirle.
Estoy que escribo al Arroz con Leche. ¿Qué me aconseja?
Novicia Rebelde
Mijita linda:
Hagamos cuenta que su historia es verdad, porque me huele a tollo, pero del podrido.
Pero bueno, hay que ser profesional en este asunto y debo responderle.
En el caso que sea una monjita, le digo al toque que está puro parando el dedo en ese convento.
Porque queda claro que más allá de su acercamiento con el de arriba, entró ahí de pura picada que andaba por su mala experiencia, y por eso ahora se apestó y quiere libertad, pasarlo pulento y hallar una pierna peluda que la apapache para después zumbarla de amor.
Le digo así de directo, porque no le creo su historia y las monjitas que hay por todas partes son para prenderles velas de lo piolita y respetuosas que son.
Aléjese de ese lugar, porque no se lo merece.
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Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimentalsi las mandas a doctorcarino@lacuarta.com