Drama: le ofrece hasta un depa a su amante cafiolo, que además la cambió por otra

Doctor Cariño:

Se me parte el corazón en múltiples pedacitos, porque después de diez años de una tórrida relación, con todo, con amor a raudales, celos, peleas, reconciliaciones, infidelidades y promesas de pasión eterna, mi amante me dejó por otra. ¡Me pateo, así, sin más!

Un día o noche, mejor dicho, después de entregarnos a los placeres del cuerpo, mientras fumábamos, me dijo que esa era la última vez, que estaba enamorado, que iba a dejar a su esposa y se iba a hacer la vida con su gran amor.

Me paré, me fui a la ducha, me sequé, salí, tomé mi auto, lo dejé en el metro y llegué sin decir palabra a la casa. No hablé hasta tres días después. No lloraba. Pasados esos días, lo hice y fue a gritos, con dolor en la espalda, la guata, las piernas. Por más que mi marido me consuele, no salgo del pozo. Lo he llamado, le ofrecí un departamento de regalo, pero el muy maldito ya no quiere nada. ¿Me salgo de este mundo?

Elisa

Mi princesa:

Pucha, me da una pena lo que le pasa, pero como soy doctor del corazón y velo porque las cosas sean derechitas, le voy a dar un raspacachos. Se pasó de fresca, mire que teniendo marido e hijos se dedica a refocilarse en cama rentada con un amante que, imagino, también recibirá una renta de su parte.

En todo caso, siempre he creído en eso de que "no hay mal que por bien no venga", y usted tiene la mejor oportunidad de enmendar el rumbo: dedicarse a su marido "venado", a sus hijos y olvidarse del gigoló que la pateó. O, si ya está harta de su cónyuge, le diga que mejor se abren cada uno por su lado y se lanza a la vida. Pero lo esencial es que la corte con arrastrarse ante el mal amor, ese que se revolcaba con usted mientras tenía una oficial y otra más para jugarle chueco. ¡Y menos le ofrezca un depa para que vuelva!

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