Estimado Doctor:
Soy un hombre de 68 años. Estoy separado y vivo solo. Hago clases de Álgebra y mi problema es existencial, pues estoy saliendo con una niña de 24 años.
Todo partió, porque una vez sonó mi celular para necesitar de mis servicios y concurrí. Me encontré con una mujer mayor que me reclamó por los malos resultados de su nieta en la universidad.
Cuando llegué al living estaba ella, una joven voluptuosa, con el pelo morado y un clip en la oreja. Me trató de viejo, de mal profesor, hasta que clase tras clase logró avanzar en la materia. A los dos meses ya era una bala en la cátedra y estaba feliz.
El punto final de mi historia cayó en el examen final de su ramo. Se sacó un 6,5, y yo, pajarón y califa, se me ocurrió ir a buscarla a la universidad para ver cómo le había ido. Cuando salió me abrazó y me dio un calugazo gigantesco. Fuimos a celebrar, se nos apagó la tele y terminamos en un motel.
De ahí no nos hemos separado. Estoy urgido, porque me siento un profanador.
Manuel
Tío Manolo:
Tiene el nombre del rey de los completos y churrascos que estaban cerca del Estadio Nacional. Cuántas veces fui a tirarme un AS con harta mostaza y mayo casera. El problema que el carrito se puso cuico y se cambió para La Reina, así que ahora no voy porque me apuno y me sale sangre de nariz en ese barrio alto, posom.
Bueno, vamos al grano, mi rrope. Lo único que le puedo decir es que no tiene que cuestionarse nada de nada. Usted conquistó a una cabra loca con el pelo como los The Cure y pintada como la Gloria Trevi. Al principio mi chascona valía hongo con los números y gracias a su “tatita colores” ha rendido impeque en la universidad y más aún sacó la mansa nota en el examen final.
Lo que pasó después fue el premio para el profesor. Si usted se portó bien, nadie obligó a la reina a que se le entregara en el catre como agradecimiento.
De hecho, si fuera por eso no seguiría con usted todo el rato. La enamoró mi perrito. Es un buey comiendo pasto tierno. Hay ejemplos como Bodenhöfer, o pregúntele al “Tatón” de la Miss Chile, o a Cristián Campos, o a Menem.
Ellos tienen la respuesta para lo más importante. Pero como no va a conocer por ahora a esos maestros, váyase a la farmacia y chántese una azul de 100 mg. Si es que la necesita.