Su pololo sintió el llamado divino y quiere ser cura

No sabía si escribirle a usted o mandar mi historia a la tele para que hagan una teleserie. A mi príncipe azul lo conozco desde que usábamos pañales, porque nuestros papás han sido amigos de la vida.

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Doctor Cariño:

No sabía si escribirle a usted o mandar mi historia a la tele para que hagan una teleserie. A mi príncipe azul lo conozco desde que usábamos pañales, porque nuestros papás han sido amigos de la vida. Creo que nos enamoramos desde que veíamos los pitufos, y yo soñaba con ser su Pitufina. Después crecimos, nos dimos el primer beso, pasamos del grado 1 al 2 y, sin darnos cuenta, llegamos al 3. Fue rico e inolvidable.

Todo era perfecto hasta que el amor de mi vida sintió el llamado divino y ahora quiere ser sacerdote. Cura, poh. En estos tiempos donde llega a dar miedo la gente con sotana, él está dispuesto a todo, incluso, a dejarme. Le he rogado, casi tirándome al suelo, pero no hay caso. Y yo no sé qué será de mi vida sin él. Ayúdeme, estoy contra el tiempo.

Cristina

Doña Cristi:

Tiene razón en que no debe ser fácil pasar de ser la Pitufina, que durme feliz abrazada al hongo del bosque, al cochayuyo que botó la ola. Más todavía, cuando ambos ya se leyeron entero el Kamasutra y como si fueran los reyes del circo usted era la mujer de goma, que el futuro padrecito estiraba en todas las posiciones inimaginables. Pero contra la vocación es difícil pelear. Y ojalá que la luz divina que cegó a su príncipe sea lo suficientemente poderosa para que el hombre se convierta en un cura bueno, no como otros, porque hacen falta gallos así. Le recomiendo que, aunque sea doloroso, se olvide del futuro santo, porque si lo sigue buscando al final él acabará jugando a dos bandas y ambos terminarán en el infierno.

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