Doctor:
He andado medio amargado, porque estoy cachando que mi señora me está poniendo los cuernos. Día por medio dice que tiene reuniones y se perfuma caleta. En la cama ni me pesca y ahora con suerte me da un beso en la cara cuando llego de la pega. El otro día estábamos durmiendo y soñando empezó a nombrar a un Carlos. No sé quién cresta es el tal Carlos, pero de ahí en adelante no he podido dormir. Es penca lo que me pasa, pero no sé a quién contarle si no es a usted. Dígame qué hacer en esta situación que me tiene terriblemente atormentado.
HORACIO
Mi caballero:
A mí también esto que le sucede me huele a venado. Es que coincidentemente de que sale con harta pachulí a la calle casi día por medio, y de noche, más encima está nombrando al Carlos. Ojalá fuera Roberto Carlos, el cantante del millón de amigos, o el Príncipe Carlos, que pinta para ser rey de Inglaterra. Pero no, pues, es un Carlos pelao, y me da lata decírselo, pero póngale ojo al charqui. Yo que usted me hago el gil y un día la sigo cara de palo. Ahí cachará en vivo y en directo qué anda haciendo su amada esposa. Como consejo, creo que no debe alardear con un escándalo o pegándole un combo en el hocico al patas negras. Mire de lejos y en la casa conversa civilizadamente. Quizás es el momento de buscar otra ruca. Pero ojo, está la posibilidad de que efectivamente ella esté yendo a reuniones por pega y a usted lo ama como siempre, salvo en estos días que anda estresada. Pero es dificilón, mi guacho. Para qué estamos con cosas.