Doctor Cariño:

Acá estoy. Solo desde hace un buen rato.

Me encamino a los 40 y este correo, sin duda, es el reflejo de la última esperanza que me va quedando de encontrar el amor. O algo que se le parezca, porque estoy entre urgido y resignado.

Según yo, tengo mi gracia. Las lucas nunca faltan, aunque apenas alcanzan para echarle al chanchito.

Pinto casas, arreglo techos, algo sé de gasfitería y más de alguna clienta me ha tirado palos... que yo no recojo.

Cómo tan pajarón, dirá usted, pero no es tan fácil la cosa. Lo poco bueno que tengo me lo he podido comprar con mi esfuerzo e integridad. Hay que ser recto en la pega y no meter las patas por unos minutos de placer.

Y si bien me las he ingeniado para concertar citas durante los últimos meses, me harté de las malas experiencias. Desayunos, almuerzos y hasta cenas a luz de vela; todo queda ahí. No sé si doy la lata, me falta tema o soy más feo que el Covid, pero nunca me aceptan la segunda salida. ¿Lo peor? Pierdo plata y quedo con hambre.

Ayúdeme a encontrar pareja, le dejo mi número.

Víctor

Vitoko:

Le aclaro de entrada: No puedo publicar su teléfono. Y aunque se pudiera, tampoco le haría ese favor.

Su problema salta a la vista y nada tiene que ver con su caracho o falta de verso, porque a la legua se cacha que es capaz de escribir un libro para justificar algo que se resume en una palabra: apretado.

Deje de ver con tanto cariño a la señora billetera y concéntrese en el llamado del corazón. Me tinca que cuando está en un restaurante con alguna chiquilla, en vez de escucharla y conocerla, está pensando en la cuenta que le traerá el garzón.

En la vida hay cosas más importantes que la plata y puede que hasta una de sus clientas se lo demuestre. Ojo, tal vez no todo sea por puro placer.

Reflexione, amigo. Se lo digo con cariño. Eso sí, 40 no son nada. Tiene mucho tiempo por delante, pero para cambiar.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com