Repartidor infiel descarga leche en otro almacén

Jefe, estoy enamorado hasta el copete de mi polola. Llevamos dos años de pura miel y hasta ando pensando seriamente encargar un béibi a París, Londres o Talca. Pero tengo un atado desde hace un mes con una clienta, ya que soy repartidor de lácteos. Sucede que mi clienta, una regalona de la empresa porque pide y pide yogures y lechita, al abrir solita el negocio me saltó encima y debí aperrar. Me tumbó sobre los yogures y las cajas de jugo de vaca. Fue de miedo, patrón. Quedamos los dos manchados de yugur y pura lechita, pero felices, tanto que repetimos ene veces la gracia. Y ahí está el atado: ella me hace pedidos especiales de lácteos, lo paso chancho, gano móney... pero ando con la psiquis pa’ la goma por mi polola y por el marido de la almacenera, que es buena persona.

TORITO

Don vaca:

Perdone lo fuerte, pero es por dos razones: porque da leche y porque es re penca lo que hace con la eventual madre de un retoño. Anda suelto por ahí repartiendo leche y yogur a destajo y para más encima recibe dinerillo extra. Eso derechamente se llama caficheo. ¿La receta? Cerrar la cañería del lácteo, cambiar la ruta de reparto y dedicarse de cabeza a cuidar y amar a la mujer que le hace latir el cuore. La otra, esa que le gusta tener a su vacuno a disposición pa’l lácteo mañanero, mándela a freír  monos al Amazonas.  De lo contrario, se ganará flor de PLR de su polola y capaz que el marido de la señora del negocio le corte la cañería.

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