Doctor Cariño:
Estoy escribiéndole con una pata arriba de una silla y entera vendada.
Es que el martes pasado el perro de mi vecina me mordió hasta el alma cuando llegaba en bicicleta a la casa. Tuve que ir a ponerme vacunas y miles de cosas, pero lo mejor, o peor, vino después.
En la noche de ese día apareció la dueña del perro para preguntarme cómo estaba. Saltando como pude la hice pasar y me pidió miles de disculpas. La vi tan afligida que la abracé, y en 10 segundos empezamos a besarnos como animales. Al final terminamos haciendo el amor en el living y con pata mala y todo. Es casada y su marido trabaja en la mina. Estoy muy urgido.
Javier
Mi rey:
Claro que debe estar urgido porque el hombre olfateará que cerca está el patas negras y ahora sí que lo van a dejar lindo con la pata mordida y los ojos morados de la sacada de cresta que le van a dar.
Me alegro, porque usted sabía que ella era casada y que andaba con la maldad vivita y coleando. Penca el tema de su mordida, pero en realidad se la merece por andar jugando a la del bandido.
Seguramente, hace ratito que ya miraba a la vecina con cara de cordero degollado y a ella tampoco le niega jugar al emboque con cuernos. Se las van a dar.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com