Sueños puntudos

Doctor Cariño: 

Debido a mi dolor de espalda me metí en un curso de yoga gratis que imparte la muni.

Es a las nueve de la noche lunes, martes y miércoles, y me ha hecho re bien. Al punto de que ya no siento ninguna molestia y voy feliz.

Todo gracias al profe, que más encima tiene el tremendo cuero: onda espaldudo, pelo largo y usa unas calzas donde se le ve una buena delantera. Tuve un sueño con él: estaba desnuda en una tina y el hombre me besuqueaba desde la uña encarnada hasta la punta del pelo.

Después me llevaba a una cama de rosas, y ahí me dejaba toda adolorida, no por el yoga sino de tanto darme lo que yo esperaba.

Desperté convertida en una estufa. Estoy que lo invito a mi casa, pero no quiero quedar de mujer fácil.

LISSA

Oiga mi chica:

Supongo que usted no inspiró a la Lisa de Los Simpson, porque si fuera así la pequeña agarraría el saxofón y lo ocuparía pa’ cualquier cosa de corte eroticón. 

Es que con ese sueño le aseguro que cualquier hombrón que leyó su carta levantó más carpa que en La Pampilla. Aunque el ejemplo de la uña encarnada, para serle sincero, es rasca, cochino y de mal gusto.

Pero los sueños son los sueños, y si aparecen es porque usted inconscientemente quiere agarrarse al hombre que dice “Ommmm’’. 

Pero antes de invitarlo a tontas y a locas, convérsele, cáchele la onda y siéntalo como persona. Capaz que se desencante y así evita a un pastelazo que quizás no le haya hecho ni cosquillas. Es lo mejor. 

A mí cuando joven me pasó que me gustaba una mina que iba a comprar el pan a la misma hora que concurría yo. Tenía un cuero extraordinario, pero un día le conversé y era más tonta que una puerta. 

Ahí se me bajó toda la calentura.

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