Doctor:
Estoy viviendo un sueño que se me termina el 7 de marzo. Soy un garzón que trabaja hace tres años en un bar del Parque Forestal.
Hace dos semanas estaba laburando y una mina alemana me pidió la cuenta. Cordialmente se la llevé y comenzó a hacerme preguntas turísticas. Yo con suerte sé hablar castellano, así que a puro gesto le expliqué su requerimiento.
Lo raro es que no se fue y se sentó en una banca cerca del local a esperar. Pasaron cuatro horas y ella seguía ahí. Hasta que llegó el momento de cerrar el negocio y partir para mi casa. Me duché y salí.
Mientras caminaba sentí un grito de una mujer. Era ella, que me hacía señas para que me acercara. Caminé y me invitó a otro local. Caché que estaba sola, que me encontró buen tipo y enganchamos. A las dos de la mañana estuvimos bailando en la pieza de su hotel, a todo esto una habitación de película. Pasó de todo. Me pedí vacaciones, fui a las Torres del Paine invitado, y me pagó hasta los chicles.
Y ahora me ruega que me case con ella y que nos vayamos a Alemania, porque su padre es empresario. Tengo 26 años. ¿Me voy?
Ternerito
Oiga, mi garza:
Es que no tiene que pensarlo dos veces, váyase mañana mismo a Alemania con la mina.
Disfrute, deje el mantel, la cotona y parta a conocer Berlín, a recorrer lugares que en su perra vida podrá alcanzar por estos tiempos y a disfrutar de una buena mujer, si es que lo es.
Le digo esto último, porque a usted lo caché un buen tipo: trabajador, que atiende bien y es desinteresado.
Cualquier loco fresco no le escribe al Doctor Cariño para preguntarle si está bien ocupar las lucas de una hembra para viajar y pecharle hasta que le dé hipo.
Esperemos que la fémina sea transparente, que no peine la muñeca y que no haya mentido y lo deje botado por esos lares. Asegúrese el pasaje de vuelta.
Sin embargo, hay que reconocer que a usted le cayó esto del cielo: en la cama comió carne blanquita, potito de guagua, y más encima tiene la propuesta de matrimonio. Sobre el casorio dígale que por ahora no, pero respecto del resto, corra al toque a comprarse unas maletas de cuerina para volar a Ottolandia.