Ve a la polola casi como hermana y no se atreve a terminar con ella

El próximo mes voy a cumplir diez años de pololeo y estoy entre la espada y la pared, porque ya no amo a mi mujer.

Doctor Cariño:

El próximo mes voy a cumplir diez años de pololeo y estoy entre la espada y la pared, porque ya no amo a mi mujer.

Suena doloroso, feo y penca, pero es la dura. O sea, la quiero porque mal que mal en este tiempo las vivimos todas. Nos conocimos en la universidad e hicimos todo lo que puede soñar una pareja, desde viajar por el mundo hasta los carretes más memorables. Pero ahora la veo más como a una amiga, casi mi hermana, y lo noto porque en la cama ya no existe esa chispa.

Ahora lo hacemos, al menos de mi parte, casi como un robot, y cada día que pasa siento que perdemos más el tiempo. Estoy como una gallina, porque no sé cómo decirle que lo mejor es terminar, porque ella tiene planes de que nos compremos un depa y quizás tener familia. Ayuda, por favor.

Toño

Mi avechucho:

Tiene razón. Lo suyo suena feo y penca, sobre todo porque tampoco se equivoca al presentarse como una gallina de cogote pelado, que ha dejado que el tiempo pase alimentando en su polola la esperanza de un futuro que no llegará.

Aunque nadie lo puede obligar a sentir cosquillas en la guata, porque en el box spring del amor ella ya no le provoca el tiritón mortal, eso no tiene nada que ver con cultivar la honestidad. ¿O va a esperar otros diez año para decirle que hace las tareas sólo por cumplir?

Puede sonar frío, pero la primera señal de que algo no funciona siempre se da en el catre. Así que diga la verdad rápido, antes de que mire para el lado. Si es que ya no lo hizo y está tratando de justificar el fin de su relación porque otro huveito quiere sal. Apúrese.

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