Trabajo en una funeraria y aunque no es el mejor lugar del mundo para encontrar el amor, yo lo logré.
Doctor Cariño:
Trabajo en una funeraria y aunque no es el mejor lugar del mundo para encontrar el amor, yo lo logré. Soy el chofer de la carroza y mi enamoré hasta las patas de la vendedora de esta famosa empresa, que no daré el nombre por razones obvias y porque ella, además, es casada.
Partimos a puro café en esas noches largas, donde no llegaba nadie al local, a una relación tan loca que ahora nos importa un pepino todo y hemos llegado a cachetearnos en los cajones. Sé que suena tirado de las mechas, pero en esos ataúdes con terciopelo hemos ejecutado varias páginas del Kamasutra. Tengo claro que estamos jugando con fuego, pero la amo y no sé cómo escaparnos para querernos en libertad. Deme luz en este túnel negro.
Tito
Don Titito:
Tiene razón en que su amor es terriblemente "mortal" y en vez de flores lo más seguro es que a su princesa le regalen una corona, cuando se le acabe la suerte y los pillen, "literalmente", llenando de huesos ese hoyo prohibido. Y, ojo, que yo no tengo nada con la lucha cuerpo a cuerpo y el templo del trabajo. O sea, si le pagan por pasar de entierro en entierro, bien por usted. Pero otra cosa es que antes que los pobres finaos ocupe el pijama de palo para que la famosa vendedora conozca el más allá. Detrás de su "Dulcinea" hay una familia a la que la están paseando en la carroza sin ningún respeto. No le pediré que renuncie, pero sí que piense en su salud para que no termine como un cliente más de la funeraria a manos del marido venado.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com