A patadas con el sillón

Doctor: Me ilusioné con una flaca del edificio, pero nada resultó como lo imaginé.

Doctor Cariño:

Estoy mal. Me gusta una vecina acá del edificio, una flaca rubia, maravillosa y muy simpática que me la topaba cuando iba a echar la basura. Empezamos a conversar y a veces yo hasta la ayudaba con las bolsas. Todo bien, hasta que un día, después de pega me la encontré en el ascensor. Conversamos y me invita a su depa, así en la buena. Oiga, que me dijeron, pensé que estaba listo. Pasamos, y me dijo que me sentara en un sillón, mientras iba a hacerme un té. En eso la veo que llega un flaco, desgarbado, con menos gracia que clavo en la pared, y besa a esta flaca con todo. Oiga, no sé como, pero enojé pos. Si igual me había ilusionado con la flaca. Total que me paré y le mandé una patada al sillón. Y tras recuperar un poco el aliento, le mandé, dos, tres, varias, hasta con empeine, como lanzando la rabia fuera de la cancha. En eso escucho que me dicen: ¿pero qué está haciendo su pedazo de loco?. Era la mamá de la flaca. El pololo cachó también y entre él y la señora me sacaron rajando. Y pucha, ¿cómo lo hago para que no me pase de nuevo, doctor?

José Ernesto

José Ernesto

Oiga, se pasó para pajarón. Le pasó por pavo, pues. Si la niña más allá de ser amable y buena vecina con usted, nunca le dio ninguna señal de interés. Usted se pasó rollos solito nomás. Para que no le pase de nuevo, averigüe primero si la chica que le gusta tiene novio, y si tiene, buenas noches los pastores nomás. Ah y vaya a pedirle disculpas a la señora por aforrarle a su sillón.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com

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