Lo de Tinder me tiene mal. A todas mis amigas les ha ido relativamente bien, pero a mí, nada. ¡Pero ninguno! De partida, me tocan los que ponen fotos arregladas en la red social.
Doctor Cariño:
Lo de Tinder me tiene mal. A todas mis amigas les ha ido relativamente bien, pero a mí, nada. ¡Pero ninguno! De partida, me tocan los que ponen fotos arregladas en la red social. Para qué poh, si al final basta un poco de luz para ver la verdad. Y no me vengan con eso de que lo más importante es lo que viene en el alma, porque está claro que todo comienza por la vista.
Mire, la última: me junté con un tipo que me invitó a una pizzería. De entrada lo encontré medio agrandado y, la verdad, no fui muy simpática que digamos. Lo reconozco. Pero él se pasó. Se amurró, me dijo que pagáramos a medias, dijo que se llevaba la pizza porque no había comido nada y, lo peor... llenó un florero que había en la mesa con la cerveza que le había sobrado. Ay no, atroz.
Carla
Sita Carla:
Aquí hay que separar dos cosas. Por un lado, el cuma de pretendiente que le tocó. Por el otro, no culpe de todo a la red social, porque usted es regodiona y punto.
Por parte... El susodicho iba por el premio, pero ni con el consuelo se fue para su casa. Sólo le faltó un flato para hacer completa la performance. Roto, roto, roto...
Y ud., amiga, analice bien qué hace mal, porque no es casualidad que a sus amigas les salte la liebre y a usted nada de nada. Respire hondo, haga un mejor filtro o si le va tan mal en Tinder, de frentón, debiera buscar otro método, como la cita a ciegas o gatillar una acción que ya en la prehistoria se usaba: conocer gente en persona. Que le vaya lindo.
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