Quiere darle trago a su mujer para que sea una leona

Mi polola era más sana que un yogur y la dura es que eso nunca me había importado. Pero hace poco en un asado como que entró en onda y unas amigas le dieron a probar un pisquito sour.

Doctor Cariño:

Mi polola era más sana que un yogur y la dura es que eso nunca me había importado. Pero hace poco en un asado como que entró en onda y unas amigas le dieron a probar un pisquito sour. No quería, pero fue tanta la insistencia que se tomó uno, dos y al tercero se puso cocoroca.

Para mí fue chistoso, pero después vino lo mejor. Es que el destilado cuando entró por sus venas le provocó una calentura diferente, inédita, y esa noche hicimos el amor como si el mundo se fuera a acabar. Y desde ahí que quiero que vuelva a chupar, copete me refiero, para repetir el sexo como Tarzán, porque no hallaba cómo bajarla de la liana. Pero no quiere. Dice que nunca más sus labios probarán alcohol y yo muero por curarla para que sea una leona. ¿Cómo la hago?

Samuel

Don Samu:

En esta pega he leído de todo. Los que prenden con sus cigarros hediondos, otros con un besito en la oreja y hasta algunos que se activan con un dedo en las profundidades humana. Y bueno, el copete debe puntear, como a usted le gustó, por lejos. Es que esa mecla de embriaguez y calentura es tan vieja como los romanos, que chupaban vino y después todos terminaban como en recital de Illapu, tocando la zampoña.

Pero lo lindo del amor es que no existan las órdenes. Y si a su mujer no le gusta la bebida con malicia no la puede obligar, por mucho que usted se la imagine como una jíbara, achicando cabezas. Hable con ella, dígale que el otro día se transformó por el pisco sour y tal vez conversando ella se libere. Suerte.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com

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