Razón tienen los que dicen que uno no escoge a la familia, mi caballero. Y en mi caso tiene que ver en que sin querer queriendo terminé enamorada hasta las patas de un primo.
Doctor Cariño:
Razón tienen los que dicen que uno no escoge a la familia, mi caballero. Y en mi caso tiene que ver en que sin querer queriendo terminé enamorada hasta las patas de un primo.
A estas alturas me da lo mismo si nos salen hijos con la cola de chancho, como dicen las abuelitas. Pero yo no quise que los caminos de la vida nos ligaran así. Mi primo vino del sur con sus papás, a los que mis viejos no veían como hace 20 años. Fue una visita corta, pero que me revolvió las hormonas. Después de un asado, él me invitó al cine, luego pasamos por unas tablitas con pisco sour y terminamos comiendo maní, y otros embutidos, en un motel. Yo no le dije nada a mis papis, pero enloquecí por mi primo y ahora quiero ir a verlo al sur. ¿Me arriesgo contra viento y marea?
Ceci
Mi Chechita:
Tiene razón en que hacer las tareas con el primo no va a significar ningún desastre cósmico, pero ese no es el mayor forro en que se puede introducir mi reina de belleza, porque con ese nombre no me la imagino menos guapa que la Bolocco.
Que haya sido un primo, el vecino o el viejo del saco importan lo mismo que tres hectáreas de champiñón. El real problema del sorpresivo flechazo, en este caso en sus partes más profundas, de Cupido, es que nadie le garantiza que ese galán de Corín Tellado tenga un prontuario que vale la pena examinar.
El tirarse a la piscina con cualquiera es arriesgado, por lo que le recomendaría que aterrizara un poco por mucho que sienta que ya encontró a su Príncipe Harry.
Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com