Soy estudiante y en el verano aprovecho de trabajar pa’ juntar algunas luquitas para el año. Me conseguí una peguita temporal en un mall, en una tienda de zapatos femeninos. Me ha ido bien, he vendido harto y ni le explico la cantidad de piernas que he visto. Algunas peludas, otras con olor a pata, pero en general, la mayoría bien.
El problema es mi jefa. Yo la había cachado media coquetona conmigo.
Pero el otro día, cuando era hora de cierre, me dijo, “anda a ordenar la bodega, yo hago la caja y te voy a ayudar”.
Al rato, llegó a la bodega con un colaless y nada más. En todo caso, el manso cuerpo, doc, como la Salma Hayek. Me pescó y me hizo chupete ahí mismo, entre las cajas de zapatos. Le dimos toda la noche. Al otro día abrimos la tienda como si nada. Yo termino de trabajar a mediados de febrero y no sé si seguirle poniendo a la señora.
BOTOTO
Señor Zapatero:
Me lo imagino a usted con ese monumento de mujer a la que solo le faltaba la pitón blanca... ¡ay! De puro imaginarlo me dio un tiritón.
Mi niño, usted es un jovencito y su jefa una señora entrada en años que ya viene de vuelta.
Pero usted no me dice si tiene polola o pareja de su edad.
Si no la tiene, no le veo el problema. La edad ya no es un problema. Así como la orientación sexual tampoco. Lo único que importa, amigo, es el respeto y el cariño.
Si la señora de las cuatro o cinco décadas le quiere dar, aproveche, aprenda y disfrute. No vaya a quedar como zapato huacho en el techo de puro gil. Juegue.